Mi experiencia con
Papyre
Desde hace algún tiempo es corriente encontrarse en los blogs comentarios de
usuarios acerca de los lectores de tinta electrónica, que por fin han
desembarcado en España. Hay que señalar que esta tecnología no es nueva, se ideó
hace diez años y los primeros prototipos estaban basados en Gyricon, de
funcionamiento similar a las pantallas Vizplex que usan la mayoría de los
lectores actuales. Sorprende que la industria haya tardado una década en
comercializar un producto como éste. O, visto lo que está en juego, quizá no.
Me
compré hace un mes un lector, Papyre 6.1,y la verdad es
que la experiencia de la lectura, sin ser excelente, es satisfactoria. En su
contra: el tamaño de la pantalla, que todavía es pequeña, y la lentitud de
refresco al pasar página. A su favor, la alta duración de la batería, el
escalado de fuentes -no en PDF (*), pero sí en RTF y en el formato nativo FB2-,
que, para la vista cansada, es bastante útil.
No
obstante, la experiencia de leer en un lector de tinta electrónica sigue sin ser
comparable a la de un libro impreso. El tacto del papel, la facilidad de poder
hojear un libro e ir a la página que te interesa sin tener que introducirte en
menús de opciones, el no depender de recargar la batería, o la legibilidad del
texto impreso, que de momento es superior a la de la tinta electrónica, juegan a
favor del libro tradicional. La cuestión está en saber cuándo la industria
lanzará un lector de tinta electrónica maduro y barato, y en qué medida
esto afectará a las editoriales.
¿Deben éstas adaptarse a los tiempos y vender en la red sus libros en formato
electrónico? Personalmente, dudo que esta fórmula de negocio digital acabe
siendo rentable. La industria audiovisual ha sufrido y sufre en sus propias
carnes los devastadores efectos de la piratería; en mi ciudad, de las tres salas
multicines que había hace unos años, sólo queda una, y está en las afueras; me
pregunto cuánto durará. ¿Para qué pagar por algo que puedes conseguir gratis en
la red? Aún hay más: si buscamos libros electrónicos en la red, nos encontramos
que hay un mayor porcentaje de pirateos de ciencia ficción, por encima de otros
géneros. La venta pura y dura de libros electrónicos creo que está condenada al
fracaso, y podría volverse en contra de las editoriales que la promuevan, pues
rápidamente los usuarios inyectarán en las redes P2P y páginas web un buen
montón de libros sin tomarse el trabajo de escanearlos; vamos, que será la
editorial quien les haga el trabajo. Los sistemas anticopia y los libros con
código personalizado para cada cliente son inútiles y pueden evitarse con
herramientas informáticas; si el DVD y el Blu Ray, supuestamente invulnerables,
fueron desprotegidos, ¿alguien duda que no va a ocurrir lo mismo con los sistemas de protección que se
introduzcan en un libro electrónico? Además, por la idiosincrasia de nuestro
país, no me imagino aquí un sistema como el Kindle, de Amazon, que funcione.
Para sobrevivir al mañana serán necesarias fórmulas mixtas, que incluyan
micropagos y publicidad, y ni aún así lo veo claro. Pero bueno, quien quiera
leer sin pagar no necesita un lector de tinta electrónica ni buscar libros
pirateados por Internet: va a la biblioteca de su barrio y se lo prestan gratis.
¿Han sucumbido las editoriales por la existencia de una red de bibliotecas
públicas? No seamos catastrofístas. Al libro en papel aún le queda un largo
tiempo entre nosotros.
Estaremos atentos a lo que nos depare el futuro.
(*) La función de escalado de PDF o reflow ya se incluye como actualización en el último firmware de
Grammata de 2009.
©José Antonio Suárez, 2009
http://www.joseantoniosuarez.es